La Administración que queremos



Las políticas neoliberales desarrolladas en las dos últimas décadas por los sucesivos Gobiernos, socialdemócratas y de derechas, han ido reduciendo el campo de actuación de la Administración Pública en beneficio de la actividad empresarial privada. Manifestaciones de esta mercantilización de la acción pública son, entre otras: la desregulación de servicios públicos esenciales, la multiplicación de los procesos de privatización (con y sin desplazamiento de la propiedad pública), la restricción del gasto público, la transformación de los ciudadanos en clientes – consumidores y la reducción y precarización de amplios sectores del empleo público.

Las consecuencias de este proceso de mercantilización de lo público son evidentes:
  • El repliegue del Estado Social, asociado al recorte intensivo de políticas sociales, ha incrementado de forma significativa la desigualdad y la exclusión social.
  • La desregulación de servicios públicos esenciales para la ciudadanía, como el agua, la electricidad, el gas, los transportes o las telecomunicaciones, y la expansión de la gestión privada en campos como la educación, la sanidad, las pensiones o los servicios sociales; ha multiplicado el poder de decisión de grupos económicos y corporaciones privadas guiados exclusivamente por la maximización del beneficio, limitando al mínimo el poder ciudadano.
  • La gestión privada de los servicios públicos ha provocado, en una buena parte de los casos, un deterioro de la calidad de los mismos, el incrementos de los precios, la pérdida o la disminución sensible de las garantías jurídicas de los ciudadanos, la proliferación de casos de corrupción y clientelismo en los procesos de adjudicación etc.
  •  La políticas de gestión privada han trasladado al empleo público los peores características de las relaciones laborales privadas: precarización y flexibilización, competitividad mal entendida, pérdida de la motivación y de los valores de servicio público, configuración de una élite funcionarial fuertemente identificada con el poder político – económico y con un enorme poder corporativo, expansión de técnicas gerenciales de gestión etc.
Es preciso revertir este proceso de degeneración de lo público para situar a la Administración Pública al servicio de la equidad social, de los derechos sociales y económicos de los ciudadanos y del control democrático de las políticas públicas. Para ello, resulta imprescindible construir un sistema de Administración articulado en torno en los conceptos esenciales de lo Público y lo Democrático.

a)     La Administración Pública que queremos no debe ser gestionada como una empresa, pues sus objetivos no son ni la rentabilidad económica, ni la obtención de beneficios. Hay que desterrar de lo público el lenguaje corporativo que ha convertido a los ciudadanos en clientes – consumidores y a los servicios públicos esenciales en mercancías que hay que producir con la máxima rentabilidad económica.

Hay que volver a “publificar” amplios sectores de prestaciones y servicios que han sido privatizados: servicios sociales, abastecimiento de agua, prestaciones sanitarias etc.

Hay que poner en práctica, de manera real y efectiva, principios básicos del empleo público: igualdad, mérito y capacidad en el acceso y la promoción profesional, frente al amiguismo, la recomendación y el enchufismo; estabilidad laboral y justicia salarial; valores de servicio público (integridad, honestidad, solidaridad etc.); rechazo del corporativismo funcionarial; estricto régimen de incompatibilidades, que prevenga los conflictos de intereses etc.

Hay que explorar las posibilidades y necesidad de extender el empleo público hacia nuevos campos de trabajo que resulten socialmente útiles.

Hay que reorganizar las jornadas de trabajo, de tal manera que se propicie, de forma real y efectiva, la conciliación entre la vida laboral y la personal y familiar,  a la vez que se ofrezca un mejor servicio a los ciudadanos.

b) La Administración Pública que queremos debe tener, obligatoriamente, un funcionamiento democrático. No puede ser el coto privado de las decisiones tomadas por la clase política dirigente al margen de la ciudadanía. No puede haber una Administración al servicio de los intereses generales sin participación ciudadana en los procesos de toma de decisiones.

La transparencia en la gestión pública es un presupuesto imprescindible de la gestión pública, pero en modo alguno suficiente. Poco se avanzaría en la democratización de las políticas públicas si solo se permite a los ciudadanos ver como se gestiona, pero no intervenir en los procesos de toma de decisiones.

Hay que establecer mecanismos e instrumentos para la participación ciudadana en la elaboración de las políticas públicas: presupuestos participativos, definición de objetivos y estrategias para la ordenación del territorio, la educación, la protección del medio ambiente y los recursos naturales etc.

Hay que regular por ley la participación ciudadana en los procedimientos de toma de decisiones en materias de interés general (urbanismo, salud pública, defensa de consumidores y usuarios etc.): representación obligatoria de los movimientos vecinales y asociativos en los órganos colegiados, informaciones públicas activas etc.

Hay que desactivar los procesos de “puertas giratorias” entre la Administración Pública y la empresa privada

1 comentario:

  1. Muy Señores míos
    Mi nombre es Ana Isabel Blanco, que por motivos desconozco solo puedo salir como anónimo.
    Tengo bastantes cosas por decir y empezaré por aquella que parece menos importante, he dicho parece.
    El formato del TEXTO; Verán Ustedes, se olvidan de algo primordial y es que un texto ha de ser legible, es decir, breve, conciso, escueto sin descuidar el tamaño y color que utilizan para ello.
    Han puesto el tamaño justo de los documentos bancarios, ese que no quieren que leamos o que lo dejemos por imposible, o el de los prospectos de un fármaco, y un color gris clarito que para leer hube de copiar, pegar y rectificar Fuente, color y tamaño.
    Bien parece que las personas a las que va destinado no terminen de leerlo por imposible, por cansancio, por ser un tochazo que además de ello se les olvidó utilizar un lenguaje común para todos.
    Señores, hay personas de diferentes niveles culturales, y esas personas también tienen derecho a entender con claridad lo que quieren transmitir y de esa forma poder opinar. Estoy segura que con un poco de buena voluntad pueden hacerlo.
    También reconozco que son humanos, que este trabajo les ha costado muchas horas, lo cual es muy loable y es de agradecer, sobre todo sabiendo que realizar un trabajo en equipo no es tarea fácil.
    Pasando al segundo tema y que es el que más me importa
    SEÑORES, creo que se les ha olvidado que dentro de la administración hay mucho personal temporal y cuando tienen un contrato por mínimo que sea es día de fiesta.
    Verán Ustedes, somos miles de trabajadores temporales dentro de la administración y pensamos, y cuando pongo en plural es por haber comentado con otras persona que están en mi situación, personas de diferentes ámbitos de la administración,
    Señores es muy sencillo, no nos oponemos a concurso oposición, es bueno, pero por favor, reconozcan de alguna forma la EXPERIENCIA LABORAL.
    Por si ustedes no lo saben, cuando se incorpora un funcionario con su opinión recién sacada, a quienes van a preguntar sus dudas sobre la forma de realizar el trabajo, es a los temporales, no deja por menos de ser curioso.
    Otro punto que creo no han tenido lo suficientemente en cuenta es que desde hace años no se convocan oposiciones para la administración del Principado de Asturias.
    Las últimas que se celebraron hace dos años, habían sido convocadas en el 2006
    Un punto importante a tener en cuenta es que actualmente en el Principado de Asturias no hay dinero o al menos eso es lo que tengo entendido por personas allegadas a mí y que se mueven dentro del Principado de Asturias.
    No pretendo derribar su trabajo y esfuerzo, sino intentar mejorarlo con un comentario de una de los miles de personal temporal de la administración
    Atentamente
    Ana Isabel Blanco Alonso

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